Hoy hemos ido a Mazarron, buscando el poniente que daba el parte pero no ha aparecido por ningún sitio; por suerte llevábamos las tablas de surf gracias a Carlos, que tanto empeño ha tenido en ir para allá. Ha sido una buena sesión, aunque corta pero perfecta, lo justo para dejarnos la miel en los labios. Estaba muy desordenado y duro pero increíble.
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